APRENDI | Opinión | Escribe: Humberto Jaramillo. Cuando tomé la decisión de lanzarme como aspirante a gobernador de mi Estado Guarico, lo hice de una manera muy consciente y preparado para las adversidades que podrían presentarse.
Lo primero que hice, fue hablar con mis hijos, para decirles, que era una candidatura simbólica, usada como globo de ensayo, para obtener experiencias en ese campo, que para algunos les era imposible realizarlas.
Asi, que me llené de coraje y comencé a recorrer mi Guarico, hasta el último rincón de su extensa geografía, aún en precampaña, recibiendo cariños, rechazos y malos entendidos de todos mis coterráneos.
Fue una tarea ejercida con un pequeño grupo de amigos y familiares. No, fue Tan fácil, como muchos piensan, pero logré mi objetivo.
Aprendí que todos los sueños pueden hacerse realidad si les pones constancia y dedicación. Fui invitado a muchos programas de radio, también obtuve, varios espacios en los diarios regionales y otros fuera de la region.
Conocí, muchas personas, entre ellas, algunos que me llamaban, para decirme, «déjate de esas locuras» «esos espacios no son para pendejos».
«No llegará muy lejos» entre otros. Yo, me reía, algunas veces en mis adentros y otras en la cara de ellos. En una de esas giras, se me acercó un señor y me dijo, que quería hablar conmigo, dejando la dirección de su oficina. El siguiente día, lo fui a visitar.
En una de las conversaciones, me dijo que no tratara de romper el status quo del gentilicio, porque eso no daba buenos resultados a la hora de ejercer el voto. Razón tiene, porque aún vive. Aprendí, que a los pueblos hay que andarle con mentiras, para llegar a dominarlos.
Razón tenía Simón el Libertador. “UN PUEBLO IGNORANTE ES UN INSTRUMENTO CIEGO DE SU PROPIA DESTRUCCIÓN” Pero, yo continué, diciendo mis verdades. Hoy, la realidad, me ha dado la razón. Vamos de mal en peor, en todos sus aspecto. Y lo peor todavía no aprende.
Asi, que seguí, tratando de cambiar algunos paradigmas heredados de viejas costumbres, que en algunas oportunidades me han dolido mucho.
Hoy les cuento dos de mis muchas anécdotas: Un miércoles que mi abuela tenía reunión con sus amigas en la iglesia y tardaba en llegar a la casa, entro a su cocina y veo las ollas de cocinar, todas llenas en su parte exterior de un carbon negro pegados en ellas. Las tomo en mis manos y voy al patio y con un cepillo de metal, las dejé brillantes de limpias, parecían originales y recién compradas. Cuál fue mi sorpresa? Un tremendo regaño.
Resulta que la comida obtiene un mejor sabor, cuando la olla tiene ese cerumen por fuera.Eso, decía mi abuela. La otra anécdota fue con un amigo, es más reciente.
En mis visitas y permanencia en varios hoteles de las Ciudades que visitaba solía tomar los jabones pequeños, que dan de cortesía en esos sitios, no los usaba, porque siempre cargo conmigo, los de uso personal. Más de cien jaboncillos.
Pido entrar al baño de mi amigo y veo, un recipiente, lleno de pedacitos de jabón, de varios colores y como andaban en el vehículo, esa bolsa llena de jabones, le bote, su vieja tapa y le coloqué una jabonera, con un oloroso jabón y además una máquina de afeitar con un paquete de hojillas nuevas todo de paquete y me fui.
Bueno, alguien que estaba en esa casa, me contó, los sapos y culebras, que mi amigo dijo de mi, porque le había botado su asquerosa tapa y le había colocado una, que para mí, era de mejor apariencia.
Buenos, Mis pocos lectores! APRENDÍ A NO HACER FAVORES, A MENOS QUE ME LOS SOLICITEN. Si, aprendisteis algo hoy. Me contentas.